viernes, 27 de diciembre de 2013

PREPARÉMONOS PARA IR AL ENCUENTRO DE DIOS

Lectura Bíblica Amós 4:12. “Por tanto, así haré contigo, Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para encontrarte con tu Dios, oh Israel”.
¿Se ha detenido usted a pensar en su encuentro con Dios? ¿Está preparado para ir al encuentro del Supremo Juez en el gran Tribunal, y en donde él “pagará a cada uno según sus obras”?
¿Está usted listo para enfrentarse con el Rey y Juez de toda carne cuando ocupe “el trono blanco” y lo llame para entrar en juicio con él a causa de sus malas obras y de todas las cosas que usted ha hecho en contra de su voluntad?
Tal vez usted piense que nada de esto ocurrirá y que sólo es una invención. Pero le invito a que lea 2 Corintios 5:10; “Porque es menester que todos nosotros parezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya mientras estaba en el cuerpo,  sea bueno o malo”.
 Dios quiere que todos seamos salvos: “El cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad” 1 Timoteo 2:4. Y esa verdad es predicada únicamente por la Iglesia de Dios.
 ¿Se presentará ante el tribunal de Cristo así como está? Le aconsejo que no lo haga, porque él descargará todo su juicio sobre usted.  “El avisado ve el mal, y esconde: Mas los simples pasan, y reciben el daño”. Proverbios 22:3.
¿Dónde se puede usted esconder? Salmo 27: 1 y 5.  “Jehová  es mi luz y mi salvación: ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida: ¿de quién he de atemorizarme? Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada;  Me  Pondrá en alto sobre una roca”.
Nuestro Señor Jesucristo es nuestro escondedero, él es quien nos ocultará del mal porvenir.
¿Cuál es su decisión? No hay muchas oportunidades. Quite la dureza de su corazón y humíllese delante de su Creador; escuche estas palabras del Apóstol Pablo y haga juicio sobre ellas: “Mas por tu dureza, y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios; El cual pagará a cada uno conforme a sus obras”. Romanos 2:5 - 6.
Cerca de seis mil años Dios ha dejado a los hombres hacer su voluntad, pero ahora el reloj del tiempo muestra cuán avanzada es la hora: Todos los fenómenos físicos, industriales, políticos, religiosos, etc., hablan claramente de la carrera vertiginosa e irremediable hacia el fin de esta era.
He aquí la última sugerencia del Apóstol Pablo, en bien de usted y de los suyos: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y Temblor”  Filipenses 2:12.




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